Se dice que en el Edén originario, debajo del Árbol del Bien y del Mal,
floreció un arbusto de rosas. Allí, junto a la primera rosa, nació un pájaro,
de bello plumaje y un canto incomparable, y cuyos principios le convirtieron en
el único ser que no quiso probar las frutas del Árbol. Cuando Adán y Eva fueron
expulsados del Paraíso, cayó sobre el nido una chispa de la espada de fuego de
un Querubín, y el pájaro ardió al instante.
Pero, de las propias llamas, surgió una nueva ave, el Fénix, con un
plumaje inigualable, alas de color escarlata y cuerpo dorado. Algunas fábulas
lo sitúan posteriormente en Arabia, donde habitaba cerca de un pozo de aguas
frescas y se bañaba todos los días entonando una melodía tan bella, que hacía
que el Dios Sol detuviera su carro para escucharle.
La inmortalidad, fue el premio a su fidelidad al precepto divino, junto a
otras cualidades como el conocimiento, la capacidad curativa de sus lágrimas, o
su increíble fuerza.
… la primera sensación que acudió a mi mente fue de tristeza por aquel
monte quemado, pero no pude ni quise evitar el siguiente pensamiento y es que
"hasta de un maltrecho brezo al que el fuego no ha perdonado se puede
sacar algo de belleza... e incluso un pensamiento positivo”
…entre los restos quemados ya se apreciaba el verde intenso y la fuerza
de los nuevos brezos resurgiendo de las cenizas…
La B.